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Manejamos la Italika Blackbird

En el segmento de motos estilo retro, faltaban modelos accesibles, y si bien, la Blackbird tiene cosas que mejorar, es buena opción.

Manejamos la Italika Blackbird

Hemos tenido la oportunidad de manejar lo más nuevo de Italika en nuestro mercado, primero con la eléctrica y ahora con esta Italika Blackbird que en opinión de todos los que la vieron durante el par de semanas que la tuvimos, “no parece Italika”, y es que se escapa visualmente del resto de la gama que utiliza colores estridentes, por algo más conservador, al puro estilo Café Racer, y la verdad es que a primera impresión desataca, y mucho.

Como pueden ver en las fotos, la Blackbird, tiene la apariencia de una moto de mayor tamaño, con un diseño que solo encontramos en segmentos superiores, detalles como los brazos de la suspensión en tono dorado, salpicadera anclada a la parte baja, luz diurna circular, tonalidad en negro que contrasta con el escape y el gran asiento en tono café realmente le confieren un buen estilo. Destacan los espejos al manubrio y el minimalista pero atractivo reloj de instrumentos.

La vista se complementa con los rines de 17” de rayos con terminación cromada, de manera personal, preferiría otro color, pero como dicen, “para gustos, colores”. Hay que ser sinceros en la cuestión estética y es que ya entrando en detalle si encontramos partes que requerirían más atención como tornillería o acabados en general, pero nada que no pueda cambiarse posteriormente para personalizarla, esta moto se presta mucho para “meterle mano” y hacerla a tu gusto.

Apartado mecánico

Las cosas en este punto como puedes imaginarte son básicas y funcionales. Un motor de un cilindro de 250 cc, algo necesario en la Ciudad de México, donde se requiere este mínimo para circular en vías primarias. La potencia es de 19.4 hp y un par motor de 15 lb-pie, que seguro te suenan a poco, pero son más que suficientes para mover el conjunto de 136 kg. La caja de cambios es de seis marchas y cuenta con un tanque de combustible de 14 l, y la ficha técnica de la marca nos arroja un rendimiento de 27 km/l o 378 km de autonomía, claro, eso siempre dependerá de cómo vayas manejando.

Como puedes ver en ambas ruedas cuenta con frenos de disco, aunque carece de frenada ABS, algo que debería tener como opción. La suspensión delantera es telescópica invertida, lo que indicaría que es firme, pero no es así, de hecho se siente suave y solo basta subirte para sentir como todo el conjunto baja, esto es realmente bueno para filtrar baches, topes y todos “esos detalles” divertidos del pavimento de la ciudad.

Nuestra experiencia de manejo

Luego de ser sorprendidos por el diseño a primera vista, nos llamó mucho la atención el servicio de la marca, y no por ser un medio, sino el trato en general, resulta que tuvimos un problema técnico y se llevaron la moto, y al presentarme por ella nos dieron la unidad no sin antes las explicaciones de lo que le hicieron e invitándonos a dar de alta la garantía (pensaban que era mía en el centro técnico) ya que con ella la marca respondía en tiempo y forma, aunque la opinión generalizada diga lo contrario, por el simple hecho que nunca se ocupó de hacer este trámite o darle los servicios correctos.

Lo anterior aplica a la mentalidad en general, de es que es una moto barata, sí, pero no por ello no requiere servicio y atención, y como la gente la compra para tratarla mal por lo regular cuando la descomponen es culpa de la marca y no de ellos, pero de esto tal vez luego hagamos un reporte más completo.

Al encender la Italika Blackbird tenemos un sonido que te evoca al pasado, casi  de moto dos tiempos (sin tanto escándalo) y si bien no es el sonido más atronador que esperarías tampoco es molesto para el piloto o la gente de alrededor. Meto primera y siento la palanca de cambios muy suave, tal vez demasiado, pero igual te acostumbras, aunque ese efecto también lo tiene el freno trasero, delantero y clutch, asumo que es por el enfoque citadino.

Como te comentaba al subirme la suspensión bajó un poco y aunque pesa apenas 136 kg el peso se siente en la parte superior de la moto, aunado a un motor que seguramente no es de construcción ligera, esto hace que en maniobras a baja velocidad sentirás el peso, pero ya rodando ese efecto desaparecerá. La aceleración es buena a secas, (así que no esperes un golpe en el cuello), como sabemos estos motores no se alto desempeño, pero sí muy confiables. En la ficha técnica marca que la Blackbird puede alcanzar los 135 km/h y yo creo que da un poco más y lo mejor de esta velocidad es que no genera movimientos nerviosos, de hecho se siente muy estable incluso en carretera.

El freno delantero es potente y solo requieres un poco para detener la unidad, en situación de pánico obviamente generas un amarre en la llanta trasera, pero a velocidad de ciudad las cosas son muy controlables, además como te dije del tema de la suspensión suave al apretar los frenos sientes como la moto baja. Si tú quieres viajar con tu pareja se puede y es relativamente cómodo para el pasajero y la velocidad final baja a unos 115 km/h, que siguen siendo buenos para moverte.

La prueba final la realizamos en Off Road México, donde le pudimos meter algo más de dinamismo, y también sorprendió el grado de inclinación que se logra, además de la comodidad y seguridad que brinda el chasis a velocidad, insisto, no le quedaría mal la frenada con ABS y desde mi perspectiva una suspensión más firme, pero entiendo que esto último penalizaría mucho la calidad de marcha en mal terreno, aunque si me “pongo exquisito” las verdaderas motos Café Racer podían ser todo... menos cómodas.

Durante esa parte de la prueba estuve torturando los frenos y caja de cambios, además los compañeros de Autocosmos no perdieron la oportunidad de subirse a “esa moto que no parecía italika” y al final los frenos o caja no se sentía fatigadados, por lo que está preparada para la lucha del día a día en la jungla citadina.

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