La problemática ambiental con respecto al manejo de las baterías ya tiene historia y poco se ha hecho para remediarla. En el mejor de los casos, las pilas comunes que usamos cotidianamente pasan a la eternidad en ladrillos de hormigón y las baterías de los autos son desmanteladas para reutilizar el plomo, pero en varias ocasiones esto no es así y los peligrosos componentes de las baterías terminan contaminando el entorno que habitamos.
Una de los grandes interrogantes con la aparición de los vehículos híbridos era el destino de las inmensas baterías una vez terminada su vida útil; por ese entonces, las promesas de reciclaje adornaron el discurso ecologista con el que se promociona esta tecnología cada vez más popular.
Ahora podemos comprobar que las promesas eran ciertas, ya que Toyota anunció que empleará las baterías de níquiel-metal de las primeras generaciones de híbridos como parte de un sistema de almacenamiento energético en sus concesionarios de Japón.
Este sistema consiste en utilizar dichas baterías como respaldo y asistencia en los picos de consumo, ya que gracias a los 10 kWh que cada una produce, cualquier tipo de establecimiento las puede tener tanto para emergencias ante un corte de luz, como para prestar asistencia durante los picos de consumo.
Con un largo de 1.900 mm, un ancho de 1.140 mm, 1.280 mm de espesor y 980 kg. de peso, fácilmente podrían almacenarse varias de ellas en cualquier depósito o garage y quizá por qué no, ser colocadas en lugares desaprovechados de las estructuras de los inmuebles.
Quizá el futuro en las ciudades nos depare viviendas con baterías recargándose por paneles solares que nos abastezcan autónomamente de la energía y logrando así la independencia de la red eléctrica.