En la era de la electrificación, el motor diésel, que ha sido objeto de críticas por sus emisiones contaminantes, podría tener una segunda oportunidad gracias a una innovadora investigación de la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia).
Si bien el diésel es conocido por su eficiencia y alto torque, las estrictas normas de emisiones han llevado a muchos fabricantes a abandonar este tipo de propulsores en vehículos ligeros. Sin embargo, el diésel sigue siendo esencial en vehículos de trabajo pesado, como maquinaria de construcción y minería, donde su potencia y durabilidad son inigualables.
La investigación australiana se centra en un nuevo enfoque que reduce drásticamente las emisiones de los motores diésel mediante la inyección de hidrógeno. El secreto está en la doble inyección directa: el hidrógeno se inyecta directamente en cada cilindro del motor justo cuando el diésel previamente inyectado comienza a quemarse. Esta combinación produce una explosión más eficiente que elimina gran parte de los gases tóxicos.
El sistema es controlado por una computadora (ECU) que regula la combustión con una proporción de 90% de hidrógeno y 10% de diésel. Esto no solo mejora el consumo de combustible, sino que también reduce significativamente las emisiones contaminantes.
Los investigadores han logrado reducir las emisiones de CO2 en un 86% en su motor de prueba. Este avance abre la puerta a la posibilidad de utilizar motores diésel modificados en tractores, autobuses y maquinaria industrial, donde el diésel sigue siendo una opción popular.
Si bien la inyección de hidrógeno en vehículos convencionales como automóviles y camionetas podría tardar en llegar, esta investigación representa un rayo de esperanza para el futuro del diésel. Con esta tecnología, el diésel podría convertirse en una opción más limpia y sostenible, especialmente en aplicaciones donde su potencia y eficiencia son fundamentales.
