Cuando se trata de hablar de los autos más emblemáticos en la historia de Renault, no se puede dejar de mencionar al 4 -mejor conocido como 4L-, que incluso su popularidad permite ser recordado como uno de los vehículos más vendidos en el mundo.
Y es que, tras su debut en el 1961, este icónico logró comercializar ocho millones de unidades en más de 100 países en un lapso de 30 años.
Sin duda, el gran éxito del Renault 4L fue que reagrupaba soluciones innovadoras, tanto en materia de diseño, como de modularidad, mecánica y desempeño.
Dentro de sus principales características está la carrocería montada sobre un chasis tipo plataforma, una solución bastante innovadora para su época.
De igual manera, su cuerpo de solo 3.6 metros de longitud y 1.5 metros de alto, permitía que un vehículo pequeño tuviera un gran espacio interior: capacidad para cinco pasajeros y una cajuela con 480 litros de capacidad.
Este volumen de carga se podría incrementar a 1,450 litros, gracias a que el asiento trasero era abatible. Encima de esto, la puerta posterior ofrecía un gran ángulo de apertura, lo que permitía una accesibilidad extraordinaria, prácticamente inédita en su época.
Otras de las grandes propuestas del Renault 4L es que se trataba del primer auto compacto, post a la Segunda Guerra Mundial, en disponer de agrupar el motor y la tracción en la parte delantera.
A esta solución mecánica se sumaba un sistema de independiente en el eje delantero, lo que permitía un manejo más confortable.
Una más de las soluciones pioneras en su segmento, fue el circuito de refrigeración cerrado y hermético, que incorporaba un líquido especial capaz de soportar las más bajas temperaturas.
Ello significaba que ya no hacía falta reponer anticongelante en el líquido del circuito, operación frecuentemente inoportuna y con un costo asociado.
A esta serie soluciones no podemos dejar de mencionar que el Reanult 4L, con un peso que apenas rondaba los 500 kilogramos, ofrecía un que se aproximaba a los 30 hp, según el motor que podía ir de los 600 cc a los 747 cc.
A lo largo de su historia, el 4L fue modernizándose y acompañando las evoluciones tecnológicas que fueron surgiendo, sin perder su personalidad original y sus virtudes conceptuales.
De este modo, fue incorporando motorizaciones más modernas y eficientes, como el motor de 852cc y la transmisión de cuatro de velocidades. Posteriormente, hizo su aparición un motor de 1.1 litros con 38 hp, frenos de disco y un techo panorámico.
Desgraciadamente, la introducción de reglamentaciones medioambientales internacionales más exigentes, en la década de 1990, trajo como consecuencia, el fin del 4L, ya que era técnicamente inviable la introducción de los nuevos elementos de carácter obligatorio, como el catalizador.
Con ello, la última unidad producida del 4L salió de la cadena el 3 de diciembre de 1992.