La historia de Carlos Ghosn, uno de los más grandes empresarios del mundo automotriz, parece no tener final. En un vuelco bastante interesante, pero no por ello menos sospechoso, el ex presidente de Nissan, ha arribado al Líbano en un jet privado, procedente de Japón, donde aún enfrenta un juicio sobre sus malversaciones de fondos, asociadas a las arcas de Nissan.
Lo más delicado del tema, es que Ghosn contaba con arresto domiciliario y arraigo, lo que significa que, para volar al Líbano, definitivamente debe haber incurrido a la clandestinidad y a sus influencias, puesto que vigilancia tenía de sobra, lo que eleva la gravedad de la situación. Más aun, Ghosn no cuenta con ninguno de sus pasaportes, estando estos en manos de su equipo legal.
En una declaración, Ghosn se lava las manos y señala que él no ha evadido la justicia, pero "ha escapado de la injusticia y la persecución política".
¿Por qué el Líbano?
Lo primero, es que Ghosn tiene nacionalidad libanesa. Aunque nació en Brasil y estudió en Francia, sus padres son libaneses y vivió buena parte de su infancia allá. Hasta su esposa es nacida en el Líbano.
Lo segundo es que Ghosn es casi un héroe en el Líbano. Y lo más importante, el Líbano no tiene políticas de extradición con Japón y las políticas de ingreso al país son mucho menos duras que las del país nipón.
Ahora, según cuenta la BBC, Japón ha ayudado muchísimo económicamente al Líbano, que como sabemos, no es el país más estable del mundo. Actualmente enfrentando una feroz crisis económica y múltiples manifestaciones por la corrupción, de seguro Japón querrá de regreso a Ghosn.