Si algo ha caracterizado a Mazda desde su origen como fabricante de automóviles, es el atractivo diseño de sus modelos; sin embargo, de un tiempo para acá ha revolucionado la imagen de sus vehículos con unos trazos que lo ponen a la par de las marcas de alta gama.
Aunque esta tendencia de elevar el listón en cuestión de diseño ha sido más tajante con la aparición del nuevo Mazda 3, el estilo vanguardista de la firma japonesa lo hemos visto desde hace algunos años con la filosofía de diseño Kodo. Pero como todos sabemos, un automóvil va más allá de su fisonomía, de nada sirve un auto con un diseño atractivo si el manejo y/o el confort no van de la mano con lo que vemos por fuera.
En el caso de Mazda, estos tres aspectos están más que balanceados, ya que además de ofrecer una gama de modelos con diseños atractivos sin importar la edad del comprador, ha logrado que el desempeño, comodidad, propuesta interior e incluso calidad de materiales estén en armonía con el estilo de la carrocería.
Para lograr esta unidad, Mazda también ha venido trabajando en desarrollar motores, transmisiones y bastidores, que permitan que el manejo sea impecable sin importar si se conduce en calles y avenidas o en carretera a alta velocidad. Uno de los elementos mecánicos que ha hecho esto posible es la creación de motores sumamente eficientes en cuestión de consumo y poder.
Poder y eficiencia
Bajo la denominación de Skyactiv-G, los motores desarrollados por Mazda tienen la misión entregar el máximo rendimiento. Por ejemplo, mientras que un motor convencional solo aprovechan cerca del 30 por ciento de la energía potencial del combustible, las soluciones tecnológicas creadas por los ingenieros de la marca japonesa lograron que sus motores alcancen índices de compresión más altos gracias a que pueden comprimir la mezcla de aire y combustible en los cilindros a un nivel superior. En pocas palabras, este desarrollo permite aprovechar mejor la energía de cada gota de gasolina.
Con el objetivo de entregar más torque y caballos de fuerza, esta tecnología fue perfeccionada con la incorporación de un sistema de sobrealimentación en el caso del motor de 2.5 litros. Este bloque, que hizo su debut en el CX-9 y el Mazda 6, ahora hace su aparición en el CX-5 -versión Signature- con el propósito de entregar un manejo deportivo al mismo tiempo eficiente.
Una versión deportiva
Solo para tener una idea de las bondades de este motor impuesto en esta SUV, lo podemos notar en el salto cuántico de las cifras de poder. Mientras que las CX-5 dotadas del 2.5 litros de aspiración normal entrega 188 hp y 186 libras-pie de torque, el mismo bloque pero turbocargado ve elevada estas cifras a 228 y 310 libras-pie. Esta última cifra se percibe drásticamente en el arranque y las maniobras de rebase, coloca a esta camioneta como la número uno en términos de torque, incluso supera a aquellas SUVs dotadas con motores de seis cilindros.
Otro de los beneficios de tener este motor, es que la entrega máxima de potencia y torque está disponible sin tener que llevar la aguja del tacómetro a lo más alto. Sin turbo, hay que llegar a 6,000 rpm para alcanzar la máximo caballaje, en tanto que con turbo a las 5,000 rpm ya alcanzamos el clímax. Lo mismo sucede con el par motor, es más aquí es más temprana la entrega de empuje, ya que desde las 2,000 rpm es posible tener el torque superior, en cambio, con el aspiración normal hay que llevar esta cifra al doble, es decir, a 4,000 rpm.
Al ver estas cifras comparativas, queda claro que el motor turbocargado que hace su aparición en el CX-5, entrega más poder sin tener que llevar el tacómetro a la línea roja. Ahora bien, uno de los contras de esta clase de motores es el famoso turbolag, que es el tiempo que tarda en trabajar la turbina del motor. Esta situación que se da en el arranque o baja velocidad, puesto que a bajas revoluciones la cantidad de gases de escape generada no es la suficiente para girar el corazón del turbo, por lo que hay esperar unos segundos, fue solucionada en el motor de Mazda.
Este pero de los motores turbo fue solucionado por medio del Dynamic Pressure Turbo, un sistema compuesto por una pieza que cuenta con los orificios principales encaminados a mover el turbo, pero también con unas aberturas más pequeñas cuyo cargo es el mismo que la que realiza un dedo cuando tapa parte de una manguera para conseguir que el agua salga con más presión. En la practica, esta solución hace que la respuesta del turbo sea eficaz y no se sienta que el vehículo tarda en despegar cuando partimos del reposo.
Manejo superior
Si esta capacidad de respuesta y cantidad de poder, lo sumamos a lo que ya conocemos en la CX-5, entonces tenemos un manejo superior por donde se le vea. Cuando hay que ir altas velocidades y en caminos virados, la capacidad de esta SUV es sumamente ágil, claro sin olvidar ese confort de marcha suave necesario en los viajes largos. Esto no sería posible de no ser por todo el conjunto mecánico compuesto por la transmisión automática de seis velocidades, la suspensión trasera independiente Multi-link y la dirección eléctrica.
Otro aspecto a destacar de este CX-5, es que además de ofrecer una posición de manejo que transmite confianza, buena visibilidad y sujeción; la calidad de materiales y equipamiento están a un nivel superior de la media del segmento. Destaca la arquitectura vanguardista del tablero, la pantalla táctil de siete pulgadas con sistema de audio Bose, navegador Apple Car Play y Android Auto, el freno de mano eléctrico y quemacocos.