No lleva ni 15 días en el cargo de Presidente de Estados Unidos y Donald Trump ha dado a conocer una gran cantidad de medidas para según él elevar la economía de Estados Unidos.
Si bien, el Tratado de Libre Comercio permite que los productos que cruzan las fronteras entre Canadá, Estados Unidos y México no pagar impuestos, muchas fábricas están ubicadas en tierras aztecas no sólo por el beneficio fiscal, sino por el bajo costo de la mano de obra. Así que, si los mismos productos que se venden en Estados Unidos y que llevan el sello “Made in México”, fueran manufacturados en “USA” es un hecho que la manufactura del producto sería más cara debido a que la hora-hombre de un empleado estadounidense es más elevada. Un ejemplo de ello es que mientras el salario mínimo de un empleado que trabaja ocho horas en Estado Unidos es de $58 dólares por día, en México es de $4 dólares. Así que alguien tiene que pagar esa disparidad que existe entre los salarios y uno de ellos es el consumidor.
Ahora bien, en caso que el TLC se de por terminado, las exportaciones que llegan a Estados Unidos desde México tendrían que pagar un impuesto al parecer del 35 por ciento. Esto conllevaría a dos escenarios: uno de ellos sería que las empresas paguen por el gravamen y por ende suban de precio los productos; el otro escenario sería que todas las fábricas se trasladen a Estados Unidos -algo casi imposible-, pero aun así los productos subirían de precio, ya que como mencionamos la mano de obra es más cara. Más empleos pero productos más caros.
Teniendo en cuenta estos dos factores, Donald Trump se ha salido por la tangente y ahora ha decido imponer un impuesto del 20 por ciento a los productos que lleguen de México para supuestamente financiar el muro de la frontera. Igualmente este nuevo plan también tendría un impacto principalmente en la industria electrónica y automotriz, ya que una vez más el consumidor que habita en Estados Unidos sería el que terminaría pagando la tributación y por ello la barrera fronteriza. Algunos analistas hablan que los vehículos hechos en México verían incrementado el precio en más de $2,000 dólares en caso que de inicio este plan arancelario.
Hay que tener en cuenta que México se ha convertido en el séptimo mayor productor de vehículos del mundo. Actualmente existen más 20 plantas pertenecientes a General Motors, FIAT Chrysler, Ford, Nissan, Honda, Toyota, Volkswagen, Mazda, Kia y Audi.
Habrá que esperar como concluye esta guerra comercial que en este momento está en su punto de ebullición.