Siguiendo la tendencia mundial en utilizar lo menos posible recursos naturales agotables y energía nuclear, a principios de 2016 el Ministerio de Ecología, Desarrollo Sostenible y Energía de Francia, anunciaba la política de Estado de instalar paneles fotovoltaicos sobre las carreteras. El objetivo es producir energías renovables para alrededor del 8% de la población en un plazo de 5 años, utilizando como fondo el capital que sale de los impuestos al combustible.
Siguiendo la iniciativa “Energía Positiva”, el ambicioso proyecto que impulsó el Ministerio dirigido por Ségolène Royal junto con el Instituto Nacional de Energía Solar, los paneles solares Wattway se comenzaron a instalar la semana pasada en Tourouvre, comuna francesa del departamento de Orne.
Las células Wattway obtienen energía solar por una película delgada de silicio policristalino de 7 mm de espesor. Adheridas a la superficie del camino, son resistentes al paso de vehículos pesados y ofrecen suficiente tracción para evitar el aquaplaning.
Según el ente gubernamental que dirige Ségolène, con tan solo cuatro metros de “ruta solar” se podría abastecer de electricidad a un hogar con todas sus necesidades y un kilómetro cubriría a 5,000 habitantes; además de las luces del camino y las señalizaciones, letreros luminosos, alumbrado público, transportes con auto-conducción y eléctricos.
Además de las bondades de esta tecnología, el principal argumento es que se va a alcanzar zonas remotas, en las que vuelve difícil y más costoso hacer llegar electricidad con el tendido eléctrico tradicional; sin embargo, poca información oficial se refiere al costo real de inversión y a los aspectos negativos de esta implementación, lo que ya está desatando una polémica.
Hay quienes no están de acuerdo con esta tecnología, argumentando que no vale la pena tanta inversión porque los paneles solares no van a tener mucha vida útil si son rutas muy transitadas por camiones, o que no sirven de mucho en días nublados y sobre todo lo que cuestan los materiales y la mano de obra.