Probablemente, a la mayoría de los venezolanos no nos toca batallar quitando la molesta capa de hielo en el parabrisas del auto -a menos que vayamos a Pico el Águila o Bolivar- pero hay muchos otros países donde esto es el pan de cada día -por lo menos durante el invierno-.
No sólo hay remedios caseros para intentar quitarlo sino agentes químicos de fusión, raspadores y martillos que a la larga resultan no ser tan amigables ni con el parabrisas ni con nuestro bolsillo, por eso un equipo de investigadores de la Universidad de Michigan en EE.UU. se han dado a la tarea de crear un revestimiento repelente de hielo que sea de bajo costo y durable.
Esta cobertura está hecha de una mezcla de cauchos sintéticos comunes y se aplica mediante un aerosol, creando una película delgada, transparente, ligeramente rugosa sobre la superficie donde es aplicado.
De acuerdo con Kevin Golovín, estudiante de doctorado en Ciencias Materiales e Ingeniería descubrieron “un nuevo mando para activar, utilizando la física para cambiar la mecánica de cómo se desprende el hielo de una superficie”, esto quiere decir que la capacidad de repeler el agua dejó de ser tan importante y descubrieron que los revestimientos de caucho funcionan mejor, incluso cuando no son repelentes, debido al fenómeno de cavitación interfacial.
Golovín explica que dos superficies rígidas, por ejemplo, el hielo y el parabrisas de un auto se pueden adherir firmemente pero requiere una gran cantidad de fuerza romper el vínculo entre ellos, sólo que gracias a la cavitación interfacial, si hay un material sólido pegado a una superficie de caucho se comporta diferente, tanto que una pequeña cantidad de fuerza puede deformarla haciendo que se rompa.
Este invento no sólo podrá ser aplicado en los parabrisas de los vehículos sino podrá tener más usos como en los aviones, turbinas de viento, plataformas petroleras o líneas de alta tensión, sólo que habrá que alterar ligeramente la suavidad y elasticidad del recubrimiento para ajustar el grado de repelencia de hielo y durabilidad dado que las superficies más blandas son más repelentes al hielo pero menos duraderas mientras que con las más duras pasa lo contrario.
Por lo pronto esta cobertura ya fue sometida a pruebas de laboratorio, incluyendo pruebas de pelado, corrosión de niebla salina, altas temperaturas, abrasión mecánica y cientos de ciclos de congelación-descongelación.