Para nadie es un secreto la dura crisis por la que pasó Porsche al inicio de la década de los noventa, cuando su único auto era el venerable 911, que cada año se vendía en menor escala dada la fuerte competencia de los demás fabricantes a nivel mundial por atacar ese nicho exclusivo de autos de alto desempeño, pero sin los exorbitantes precios de los deportivos italianos.
El C88 es un proyecto creado por Porsche, a petición del gobierno chino, quien solicitó a los fabricantes que quisieran colaborar la concepción y creación de un vehículo popular, pensado para las enormes masas de chinos que poco a poco empezaban a acceder a un auto propio.
Para Porsche el esquema del C88 era la mejor manera de allegarse de muchos recursos, que evidentemente le urgían, así es que los ingenieros de la casa de Zuffenhausen desarrollaron el auto en cuatro meses, cumpliendo las premisas impuestas por el gobierno chino, entre ellas que el vehículo incluyera una plaza para niños –si, sólo una- debido a la regulación en la que las parejas sólo podían tener un hijo.
En el marco del Salón del Automóvil de Beijing en 1994 Porsche presentó el prototipo del C88, el polémico CEO de Porsche en esos años era Wendelin Wiedeking quien presentó a el gobierno chino el auto, dando su discurso en perfecto mandarín.
¿Qué pasó entonces?
Pues no pasó nada, el gobierno chino le dio las gracias a Wiedeking con un fuerte apretón de manos, Porsche se quedó sin un contrato de fabricación y los chinos se quedaron con todas las ideas del C88 y sin pagar un centavo… ¡suele pasar!
Recordemos que en 1994 Porsche no tenía aún sus exitosos modelos Boxster, Cayenne y Cayman, así que el desarrollo del C88 les costó una suma de dinero importante, que en esos años les hacía mucha falta.
¿Cuál es la moraleja de esta historia?
No por mucho madrugar amanece más temprano, es decir, que no hay que confiarse como se confió Wendelin Wiedeking, al que los chinos le vieron la cara.
Como dato cultural adicional, el citado personaje. Wendelin Wiedeking fue despedido de Porsche algunos años después por prácticas financieras poco ortodoxas.
Honestamente, qué bueno que el proyecto C88 no se concretó, pues el Dr. Porsche se hubiera revolcado en su tumba de haber visto lo que sus ingenieros tenían en mente.
Hoy día uno de los pocos prototipos de C88 permanece en exposición en el Museo Porsche, como una clara señal de que los alemanes de Porsche fueron engañados por unos chinos.