Habrá muchos que nos critiquen por incluir este raro y exclusivo vehículo en nuestro especial de Lo mejor de 2013, ciertamente no es un auto nuevo y dista mucho de ofrecer lo último de la más alta tecnología, como lo hacen sus compañeros presentes en esta mega prueba.
¿Por qué lo incluimos entonces?, por varias razones:
1.- Porque somos en ÚNICO medio en el mundo con acceso a ese auto.
2.- Porqque es el BI Campeón de la Carrera Panamericana 2012 y 2013, una justa que quizá en México pasa un tanto desapercibida, pero que en Europa y en EE. UU. es esperada con ansia año con año, pues es el único certámen de velocidad pura sobre carretera de autos "Clásicos" que queda en el mundo.
3.- Porque podemos hacerlo.
Antes de hablar del peculiar vehículo que engalanó nuestro especial –sin demeritar a ningún otro- es prudente conocer un poco de la historia de esta marca estadounidense, que es una de las más antiguas, ya que sus inicios se remontan a la fabricación de carruajes, carretas y diligencias, los primeros vehículos de tracción animal datan de 1852 y salieron de la factoría de South Blend en Indiana.
Studebaker era el apellido de su fundador, Clement y siempre se caracterizó por sus grandes innovaciones – tanto funcionales como estéticas-, primero en el terreno de los vehículos tirados por caballos, por ejemplo la suspensión de ballestas encontradas y casi 100 años después con la adición de motores sobrealimentados, además de ser un adelantado a su tiempo en cuanto a la aerodinámica de los automóviles de la marca de cara a la segunda mitad del siglo pasado. La firma Studebaker cesó operaciones en 1967.
El Clavel Negro
Ese peculiar nombre es el que bautiza al Studebaker Champion 1953 que es propiedad del Museo del Automóvil de la Cd de México AC, el vehículo se encuentra completamente modificado para competir – y ganar- en una de las carreras más extenuantes del mundo, la Carrera Panamericana México, cuya ruta es aproximadamente de tres mil kilómetros a lo largo del país, con tramos de tránsito y cronometrados, es decir, la construcción y preparación del vehículo debe ser orientada al alto desempeño y velocidad pero sin sacrificar demasiado el confort de la tripulación.
La construcción del auto se llevó a cabo en la empresa CDM (Control Dinámico de Masas) en la Cd. de México, utilizando un chasis y carrocería de un Studebaker Champion, lo primero en lo que se pensó fue en la seguridad, así que el vehículo se convirtió en semi tubular, con una jaula antivuelco (Roll Cage) hecha de acero 4130 (Cromo molibdeno) sumamente fuerte y robusta.
En el apartado mecánico encontramos un motor V8 de origen Ford con 6.0 litros (360) que entrega la suculenta cifra de 630 hp en el rango de las 7,500 rpm, la fuerza de torque es de 380 lb-pie a un régimen de giro de 4,000 vueltas. La transmisión es evidentemente manual tradicional, firmada por G Force, de engranes rectos de cinco relaciones con un embrague multidisco seco, que envía la tracción al eje trasero mediante un cardán de fibra de carbono, acoplado a un diferencial "positraction", full floating, con un paso 3.70.
Pasemos al rubro de la suspensiones, el eje delantero es de doble brazo A, con coil-overs de altura regulable, la trasera es de triple brazo, auto direccional. Los frenos son de disco flotante de 13 pulgadas en las cuatro ruedas, con mordazas de seis pistones, el contacto con el piso corre a cargo de unas Pirelli Corsa Classic P.255/50 R 16 y están montadas en unos rines Center Line Monoblock de aluminio forjado. Como dato adicional te comentamos que el carburador es un Braswell de 600 CFM, el encendido es MSD de 40 mil volts y todos los implementos de seguridad (arneses, asientos y extintor) son OMP.
Como se pueden dar cuenta los apasionados a las carreras, es un vehículo de primer nivel, cuya velocidad terminal puede llegar a los 310 km/h, aunque por reglamento de la Carrera Panamericana debe estar gobernado a 235 km/h.
El 122 en mis manos y con la pista por delante.
Sin duda es uno de los vehículos más exóticos y complicados que me ha tocado probar en mi vida, el simple hecho de instalarse en el habitáculo ya es una hazaña, ya que el entramado de tubos de la jaula, más lo reducido de los asientos hace que el acomodarse sea una tarea compleja, adentro, evidentemente con el casco, guantes y nomex puesto, hay que darle vida a la bestia, cosa que tampoco es simple ya que hay que seguir una secuencia en completo orden de interruptores de encendido, empezando por el “Master” principal, la emoción empieza cuando activo la bomba de gasolina, un sonido agudo y fuerte inunda el habitáculo, y es perfectamente audible –aun con el casco puesto-, ya con la alimentación de gasolina, que huelga comentar es de uso comercial, solo con un aditivo para incrementar el octanaje, presiono el botón de arranque y le otorgo vida al V8, descomunal y ruidoso.
El motor falla mucho a bajas revoluciones, y hay que cuidar de no acelerarlo de más mientras está frío, una vez que la temperatura alcanza los niveles de operación apropiados, me dispongo a salir a la pista, piso el embrague, firme, pero sin ser duro, acoplo la primera velocidad y escucho un fuerte ¡crack! Como si algo se hubiera roto… es normal, las “cajas” de engranes rectos son así de súbitas, agresivas y golpean al engranar.
Con la pista al frente y mi entusiasmo hace que saque demasiado pronto el embrague y el “Clavel Negro” da un reparo y el motor de detiene, haciéndome sentir como un principiante.
Por fin logré salir a la pista –al cuarto intento-, poco a poco el Studebaker y yo nos conocíamos y tratábamos de ser amigos en el tazado del Centro Dinámico Pegaso. El auto marcado con el 122 no cooperó en un inicio, las reacciones eran similares a las de un potro salvaje, se jaloneaba, las velocidades no entraban, y el motor fallaba negándose a demostrarme de lo que era capaz de hacer para obtener el triunfo en la Carrera Panamericana 2012 y 2013, además del Chihuahua Express en el 2009.
A los pocos minutos el “Stud” y yo nos empezamos a llevar mejor, el motor ya no fallaba tanto y las velocidades entraban con mayor facilidad, no es un coche fácil de llevar, tiene demasiada potencia, la dirección es sumamente corta y directa y el bólido apunta justo a donde deseo, así poco a poco me di cuenta de lo que la bestia es capaz de hacer, al grado que una vez que ambos nos entendimos y empezamos a divertirnos juntos.
El los rangos altos de giro del motor, el sonido es ensordecedor, pero adictivo, con un bramido agudo, que recuerda la configuración de escape de los Fórmula Uno de los años setenta.
Es prudente comentar que la estética del “Clavel Negro” no es su principal carta, es una maquina agresiva desde cualquier punto en el que se le mire, todo lo que está presente tiene una función, y no hay cabida para sutilezas, simplemente tiene lo que debe tener, lo demás está de más.
El Sudebaker Champion 1953 me demostró por qué fue capaz de vencer en esa carrera tan extenuante, la empresa Control Dinámico de Masas me enseñó que lo que se quiere hacer bien en México, se logra sin timidez, ya que han sido capaces de fabricar autos que hoy compiten a nivel mundial en diversos seriales.