El Focus ST encara el mundo de los hatchbacks picantes con dosis de velocidad tremendamente absurdas. Aquí no se trata simplemente de los 250 HP que extrae de su 2.0L Ecoboost con inyección directa y turbo; también de la efectividad con la que transmite la caballería al suelo, casi sin subviraje, tanto entrando a las curvas, como en las salidas con el acelerador pegado al suelo.
En la primera curva, el volante del Focus ST nos envía un mensaje preciso, el tacto es algo artificial debido a su asistencia eléctrica, pero con dos giros de tope a tope, la dirección resulta ultra directa ensalzando su carácter deportivo.
¿Cómo logra descargar la fuerza con tanta efectividad al suelo? Ford no solo dotó al ST con mucha potencia y una caja manual de seis relaciones con accionamiento rápido y preciso, también realizó un fuerte trabajo en el tren delantero donde se destacan sistemas como el Torque Steer Compensation, que erradica las alteraciones en la dirección producidas por la potencia (Torque Steer), el Torque Vectoring Control que frena la rueda interna en una curva para reducir el subviraje y especialmente un diferencial de deslizamiento limitado para enviar toda la fuerza a la rueda que tiene mejor agarre.
El resultado de todo el despliegue se nota al comparar en la pista al Focus ST con los otros GTi presentes, animales del calibre del SEAT León SuperCopa 2.0 TSI de 265 CV, o el nuevo Mercedes-Benz A250 Sport de 211 caballos. El misil español (SEAT) puede ser más divertido, el proyectil alemán más exclusivo (M-B A), pero el bólido del óvalo azul es el que menos pericia del conductor requiere a la hora de hacer una vuelta rápida y sin dudas, el más efectivo en la pista.