Todos hemos observado o conocemos a alguien que maneja con el respaldo inclinado completamente, hasta atrás y con una sola mano en el volante. Lo preocupante es que, muchas veces, aunque no lleguemos a esos extremos, la costumbre y falta de información nos ha hecho tomar ciertas posturas que no favorecen el control del auto ni que permiten el buen funcionamiento de los sistemas de seguridad pasivos como el cinturón de seguridad y bolsas de aire.
Lo primero es ajustar la distancia del asiento (la parte de abajo) a una distancia en la que nuestras rodillas se encuentren levemente flexionadas al apretar a fondo cualquiera de los pedales. Esto evita que en una colisión en la que los pedales se retraigan, nuestras rodillas no se vean afectadas ya que la fuerza puede incluso, rompernos una pierna. Cabe señalar que debemos de estar recargados lo más atrás posible para que las medidas funcionen, esto es con la cadera lo más atrás posible.
El respaldo es el siguiente paso y se puede ajustar en conjunto con el volante (cuando es regulable de altura y de profundidad). El primero tiene que quedar de tal forma que cuando estemos recargados completamente (con toda la espalda) y con nuestros brazos extendidos por encima del volante, queden recargados en la parte superior con nuestras muñecas.
Cuando el volante es regulable de altura, hay que cuidar que su posición nos resulte cómoda y que los instrumentos queden siempre a la vista.
Un punto muy importante es la altura del asiento y que probablemente nos haga realizar algunos ajustes más a nuestra antes seleccionada posición de manejo. Lo ideal es que exista no más de un puño de separación entre el cielo del auto (toldo interior) y nuestra cabeza. De esta forma tendremos una buena visibilidad.
La cabecera también es un punto clave ya que generalmente no le prestamos mucha atención, pero es lo que nos puede salvar la vida en caso de un impacto por la parte trasera. Ésta debe de estar centrada con nuestra cabeza, sobresaliendo sólo un poco para frenar un movimiento brusco.
Las manos se deben de colocar en la posición de las tres y las nueve, como si el volante fuera un reloj de manecillas y tomando el volante firmemente al cerrar la mano. Es importante que aunque giremos el volante, se mantengan lo más posible en esta posición ya que si cruzamos la mano de un lado a otro y en ese momento tenemos un choque frontal, la bolsa de aire nos aventará la mano contra nuestra cara en lugar de abrirnos los brazos para detener nuestra cabeza.
Otro detalle, y es una costumbre muy común, es nunca tomar el volante desde adentro o girando nuestra muñeca pues la misma bolsa de aire nos puede romper o lastimar el brazo.
En algunos autos es posible ajustar la altura del cinturón de seguridad, en este caso hay que cuidar que estando en nuestra posición de manejo ideal, el cinturón cruce exactamente por nuestra clavícula, o sea, entre el hombro y el cuello pasando por nuestro pecho. Si se encuentra recargado por completo en el cuello, seguramente nos lastimará si chocamos y si está muy hacia el hombro, corremos el riesgo de que resbale y no nos detenga.
La parte de abajo del cinturón, no debe de ir sobre el estómago, sino lo más abajo posible y agarrando horizontalmente el vientre o las piernas hacia abajo. De esta forma nos aseguramos de no movernos ni para adelante ni para arriba en un accidente.
Finalmente están los espejos. El interior hay que acomodarlo de tal forma que podamos observar lo más posible del cristal trasero desde nuestra posición mientras que los exteriores se tienen que abrir hasta que sólo veamos un poco de la carrocería para evitar los puntos ciegos.
Tomando en cuenta estas medidas, podremos maniobrar más fácilmente si la situación lo requiere, además de que sentiremos mejor lo que sucede con el auto en todo momento y los sistemas de seguridad podrán hacer mejor su trabajo y sin lastimarnos.